No reir las gracias de quien abusa. Se empieza por ahí.
Luego ya, no ceder ante las presiones más o menos sutiles de quienes creen que pueden conseguir cualquier cosa pasando por encima de cualquier persona. Si no, además de quebrar tus principios, acabas pagando mucho por pecadillos tuyos causados por otros más grandes que no eran tuyos y que, sin embargo, quedarán impunes.
Es duro, porque enfrentarse al poder lo es. Pierdes privilegios o, lo que es peor, en un determinado momento te puedes quedar solo. Quiero pensar que esas mafiosadas se dan cada vez menos, que la cultura social y la justicia empezará a evitar el cargar sobre personas comunes, con sus debilidades y sus miedos, la mierda de quienes andan por la vida avasallando (y aquí queda englobado a los abusones de colegio e instituto)