Recuerdo que mi abuelo sabía de memoria una poesía que encierra algo muy curioso gramaticalmente. ¿Sabéis qué es? ¡No vale mirar por internet!
Hermosa noche de estío,
estrellado firmamento,
blanca luna, tenue viento,
fresca brisa, manso río…
En lo alto mucha luz;
en lo hondo, mucha sombra;
junto al río, verde alfombra:
sobre la alfombra una cruz;
junto a la cruz una bella;
junto a la bella, un doncel;
entre las dos manos de él
una blanca mano de ella.
Suspiros entrecortados,
mil sonrisas, mil finuras,
mil deliciosas locuras,
y besos muy prolongados.
-¡Angel mío!- ¡Dulce bien!
-¡Mi alegría!- ¡Un embeleso!
Y un beso, sí, y otro beso,
y otro, y otro, y otro, y cien…
-¡Mañana al Carpio!- ¡Verdad!
Y una vez ambos allí,
yo tuyo, tú mía…-¡Sí!
¡Y eterna felicidad!…
– ¿Y ese hombre?- ¡Nunca suya!
Mi cariño para ti
como el tuyo para mí…
– ¡Siempre tuyo!- ¡Siempre tuya!
De pronto un ronco ladrido,
rabioso, potente y fiero.
– ¡Oh, Dios! ¡Pobre caballero,
es el perro enfurecido!
Atento a su propio mal,
tras la cruz, un noble anciano;
una pistola en su mano
y en la otra, agudo puñal.
– ¡Ah, traidores!- ¡Maldición!
– ¡Santo Dios!- ¡Piadoso cielo!…
Dos cuerpos luego en el suelo
y otro en pie, junto a los dos.
A la mañana siguiente:
Guardia civil, el juzgado,
el populacho indignado
y en prisión el delincuente…
Y si de jugar con el lenguaje se trata, aprovecho para recomendar este enlace:
Se trata de un pireno ingrulosamente fasticoso ;D