>… que ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. Pero es preciosa.
Además de la villa en si, sus calles y plazas para deambular, y sus edificios simplemente para contemplar, llama la atención el museo de la tortura (uno se sorprende de la capacidad del ser humano para idear suplicios), y también el zoológico (para quien le gusten esos sitios…).