> Hace un tiempo leí un interesante artículo con unas declaraciones un tanto pesimistas y muy críticas sobre la cooperación al desarrollo. Es una acusación cada vez mayor la de que la cooperación internacional le hace el juego al modelo de desarrollo imperante, que además se pretende extender a todos los rincones del planeta. En esta acusación se engloba a todos los agentes que se considera tradicionalmente partes de la «máquina de la cooperación» (agencias multilaterales, ONGs en los países donantes y de los receptores, gobiernos, empresas, etc.) y a todos los tipos de mecanismos de cooperación (ayudas ligadas y créditos, condonación de presunta deuda externa, ayudas canalizadas por los programas de las grandes agencias, ayuda bilateral, ayudas canalizadas por ONGDs en general y alguna más que me dejo por ahí).
Pero no comparto (y es de lo poco que no comparto de todo lo que cuenta en su artículo) la pesimista frase de que «en cualquiera de sus nuevas formulaciones, el desarrollo es una forma de colonialismo», ni tampoco lo que los autores de otras críticas hacen, de meter en el mismo saco a todos los agentes y mecanismos existentes en la cooperación para el desarrollo.
Creo que quienes son más libres para explorar y promover otro tipo de hacer cooperación son, en mi opinión, las ONGDs (precisamente por ser no gubernamentales y no tener forzosamente que alinearse con la ideología de un gobierno, sino con la de su base social, aunque parte de sus fondos puedan venir del gobierno), y otras formas de organización de la sociedad civil en todo el mundo (foros, redes, etc., precisamente porque están basadas en la gente).
Muchas están promoviendo este cambio, comenzando por cambiar el concepto mismo de cooperación para el desarrollo. Porque cooperar es TRABAJAR CON y no «ser superior a», y hay otros modelos de desarrollo distintos al de «crecimiento a costa de lo que sea», ni «crecimiento sostenible», ni otras falacias que nos quieren hacer tragar (lo sostenible está de moda, da igual como se emplee la palabra).
Este cambio de visión de la cooperación hace que se abra el «campo de acción» a la denuncia en todo el mundo, a llevar a la práctica modos de vivir que no pongan en peligro otros modos de vivir de otras zonas geográficas, y sí, también a hacer programas de cooperación que no prolonguen o aumenten la desigualdad de oportunidades y sólo sean parches y «limpiaconciencias», y trabajen realmente por facilitar los medios para que los ciudadanos decidan su propio desarrollo.
Las teorías de decrecimiento, el consumo responsable, la huella ecológica, la tecnología para el desarrollo humano son sólo algunos conceptos y modelos que merece la pena explorar para darnos la esperanza de que OTRO MUNDO ES POSIBLE.