La primera vez que fui hace ya varios años me sorprendió esta pequeña villa cuya torre domina las tierras de Celanova, como superviviente acusador de la revolución irmandiña (otra de las muchas veces en la historia en que «los buenos no ganaron»), suavizado su carácter por el hecho de haberse convertido en el centro de interpretación de la comarca. Merece mucho la pena entrar al pueblo, ya que apenas hay que desviarse de la carretera que va a Orense desde Celanova. Y aun me quedan muchos lugares de esta zona por ver, pero como aperitivo, no está mal…