>… no sólo por tener el marco que tiene (la guerra del agua en Cochabamba, que a pesar de ser simplemente el marco de la historia, se toca mencionando la problemática de la privatización de un servicio básico y la lucha de las personas por el mismo a costa de lo que sea), sino también por las diversas contradicciones en las relaciones entre conquistadores y conquistados (pasadas y actuales, que desgraciadamente aun se dan muchas) que describe y sobre las que reflexionan los personajes. Son como dos películas en una y confieso que me quedé con ganas de ver completa la que dentro de la propia «también la lluvia» están rodando sus protas sobre la explotación de los indígenas por Colón y la defensa de sus derechos por Fray Bartolomé de las Casas y por Fray Antonio de Montesinos.
En también la lluvia cada personaje se debate entre sus propias metas y sus prejuicios hacia el pueblo sobre cuya explotación pretenden hacer una película (poniendo como protagonistas, como suele ser habitual no al propio pueblo, sino al españolito defensor de los derechos de los pobres indígenas, aunque acababan dando un papel destacado a Hetuey, el cacique que murió despreciando las prácticas de los conquistadores, encarnado dentro de la película por uno de los líderes del levantamiento contra la privatización del agua, y posiblemente el mejor actor de la película), logrando un paralelismo excelente entre lo que iba aconteciendo en la película que rodaban en la época de la conquista y el conflicto generado por la guerra del agua, que se desata en pleno rodaje (y que refleja la nueva conquista por las grandes empresas privatizadoras, muchas de ellas europeas).
Los conflictos entre el actor que hace de Colón y el resto de actores, el papel del director de la película (que vive en un mundo paralelo y solo le importa su película), la relación con los extras (algunos de ellos metidos en la guerra del agua) y las autoridades locales (la conversación con las autoridades locales podría tener lugar en cualquier lugar de latinoamérica, donde comparan el acceso al agua y su gestión con el pago a extras de forma demagógica, aunque se toca hábilmente la contradicción de hacer una película de denuncia y estar pagando sueldos míseros o hacer la película precisamente en Bolivia por ser mucho más barato) y la transformación de Costas (productor de la película interpretado por Tosar, que pasa de simplemente controlar los recursos para que la película vaya adelante sin importar como a irse empapando de la realidad de su entorno hasta implicarse en él, aunque de una manera nada «lacrimógena»), rodeados del resto del equipo de la película que simplemente sienten miedo a la reacción social y no se paran a entender sus causas profundas y solo desean huir, hacen entretenida y con mensaje una película que al menos sirve para dar que pensar…
Actualización 19/02/2011
¡Y encima ha recibido el premio del público en la Berlinale!