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Posts Tagged ‘guatemala’

  1. CATRACHOS Y CHAPINES, 3

    enero 18, 2011 by sergio

    Partimos hacia Honduras a las 5:00 am y el amanecer nos pilló llegando a Puerto Carreras (no sé por qué, pero siempre me duermo en estas lanchitas, ese cabeceo, el airecillo…, no importa lo precioso que sea el paisaje).

    Al muelle de La Ceiba llegamos a las 13:45, con tiempo de sobra para agarrar el ferry de las 16:00 a Utila (si se va ruteando desde Linvingstone sería muy complicado llegar a tiempo en el mismo día, ya que habría que ir en barca colectiva a Puerto Carreras, de ahí buscar un busito a la frontera con Honduras, para luego que algún minibus te acercara a Corinto, y de ahí un autobús a San Pedro Sula, donde por último habría que agarrar otro autobús a La Ceiba y un taxi al muelle, pero si lo lográis, ¡¡avisad!!, puede ser bonito si tienes tiempo).
    Mientras esperábamos, charlamos con una curiosa pareja de israelitas y nos enteramos de que ya que en Israel no existen las bodas civiles (son todas religiosas), muchos no religiosos viajan a otros países con convenio con Israel por el cual sus bodas civiles son reconocidas en Israel. Uno de ellos es Honduras… (si es que, hecha la ley hecha la trampa…).
    Después de una frugal comida, el Utila Princess nos llevaría en una hora a la isla de Utila, paraíso de mochileros y/o buceadores. Uno de los monitores del montón de escuelas de buceo que hay en el único poblado de la isla nos aconsejó el hostal Rose, en Mammy Lane (no confundir con el Rose Hotel, en la calle principal del pueblo). Resultó estar bastante a desmano (dentro de lo pequeño que es el lugar), y aunque era un lugar agradable y tranquilo, quienes no eran tranquilos eran los vecinos que nos tocaron (es lo que tienen los hostales mochileros). El pueblo era alegre, con mucho guiri buceador y con ganas de marcha nocturna, así que a las 7:00 am del día siguiente nos fuimos a los mucho más tranquilos Cayos de Utila, islotes al suroeste de la isla, donde una de las escuelas (la de Capitán Morgan) tenía un hotel e impartía sus clases de buceo. Varios españoles daban clases en la isla (incluido algún gallego), y aunque yo opté por el snorkel, me ha picado el gusanillo al ver los espectaculares arrecifes de coral, un paraíso de color y vida en el que dan ganas de introducirte y no simplemente verlo “desde arriba”. Lo ideal es ir con al menos 4 días para disfrutar del curso de submarinismo. Utila es el lugar más barato del mundo para hacerlo, y como su paisaje sobre el agua no pasa de ser bonito (y para los que conozcan otras zonas del Caribe hasta decepcionante, dada su falta de playas “de las típicas”), cuando uno mete la cabeza bajo el agua con unas gafas de buceo se da cuenta por qué aquí viene tanta gente…
    La laguna rodeada de arrecifes de coral, donde se puede hacer esnórquel sin saber nadar
    Casas de gente rica en primera línea. Acabarán por circular toda la isla, pero aun así hay diferencia con otras costas que conozco…
    Muelles en los Cayos de Utila, donde estaba el hotel (eran dos cayos unidos por un puente). Al fondo, en el horizonte, se ven otro par de cayitos.
    Un habitante de la zona
    Y en ese paraíso estuvimos un par de días, hasta el día siguiente al anochecer, que volvimos al pueblo en Utila, donde pasamos la noche esta vez en el hotel Ruby’s Inn, habitación de 4 camas por 15 dólares, muy tranquilo y en la calle principal, no lejos del muelle.
    Al día siguiente fue de viaje de vuelta a San Pedro Sula, primero en el Utila Princess a las 7:00 am (cuidado con el equipaje frágil, mejor siempre con uno), después en un taxi desde el muelle hasta la estación, y por fin en autobús hasta la estación central de San Pedro Sula. Allí pude comprar un billete de autobús en la compañía King Quality para San Salvador al día siguiente. No encontramos a nuestro amigo Eduardo, más bien estuvo a punto de haber un altercado entre dos taxistas que tuvo que arreglar el árbitro que tienen de la cooperativa asignándonos a uno de ellos. Pasamos cambiando dinero por el centro de SPS, que era un infierno de coches y gente (y con un tipo de cambio euro/dólar horrible, aunque no tan malo como el que les hicieron al día siguiente a mis compañeros de viaje en su vuelta al pasar por el aeropuerto de Miami, donde cobraban los dólares más caros que los euros!!) y luego llegamos al hostal Tamarindo. Desgraciadamente estaba bastante lleno, y solo nos ofrecían una habitación que no nos convenció demasiado, en el vestíbulo. Afortunadamente había un hotelito con menos de 2 años de antigüedad cuyo dueño era primo de la mujer que estaba cuidando el Tamarindo, y que nos vino a buscar. Por 15 dólares tuvimos una habitacioncita en el Guest House Inn con 4 camas, y al día siguiente el propio dueño nos acercó a mí a la estación de autobuses y a mis compañeros al aeropuerto cobrándonos un poquito menos que los taxis. Por si fuera poco, este hotel estaba en el Barrio del Guamilito (7ª avenida y 4ª calle), a un par de cuadras (manzanas) de la plaza central de San Pedro Sula, y pudimos dar un paseo y ver la catedral, los puestos de la resistencia que apoya el regreso de Mel Zelaya (presidente destituído por un Golpe de Estado hace año y medio) y hasta un concierto de Los Reyes de La Punta (síiii, conseguimos verla).
     La catedral de San Pedro Sula
     Los Reyes de la Punta
    A mí aun me quedaba un día de viaje desde San Pedro Sula a San Salvador, salimos a las 5:00 am y a las 13:30 estábamos en San Salvador, yendo por el lado de la forntera de El Poy. Allí me quedé en el agradable hotel que estaba en la misma estación de King Quality, para no andar ya con muchos cambios (aunque este era más carillo, 32 dólares desayuno incluido, con wifi y de todo, casi un lujo). Por lo menos pude mirar el montón de correos-e que me esperaban… Al día siguiente fue la vuelta, en el aeropuerto de San Salvador, pequeño y caótico, pero agradable, luego el de Costa Rica, mi preferido, para luego llegar al agobio de la T4 y las malas formas del personal de seguridad que parece que en España están siempre amargados, no es para menos, con la cantidad de medidas de seguridad chorras que les obligan a supervisar, “descálcese; el cinturón; ¿lleva algo en el bolsillo?; el agua no puede pasar, tampoco la puede beber aquí, tiene que salir de nuevo y volver a entrar (?!)”. Y luego en Santiago de pronto aparecen dos guardias civiles de la nada donde estaba saliendo la gente con su equipaje sin que les registraran ni les preguntaran, para empezar a preguntar si tenemos algo que declarar, No, de donde viene, de muy lejos: San Salvador, pero no ha comprado nada?, algún regalito, ¿por cuanto valor?, XX euros (no le acabo de decir que no tengo nada que declarar, si no me cree regístreme!!!). Las medidas arbitrarias y chorras no crean seguridad, señores “diseñadores” de medidas de seguridad, más bien crean que la gente se enfade y se sientan humilladas y como ovejas, y el personal de seguridad esté amargado. Hogar, dulce hogar…

    ENLACES RELACIONADOS

    Catrachos y chapines, 1
    Catrachos y chapines, 2


  2. CATRACHOS Y CHAPINES, 2

    enero 12, 2011 by sergio

    De El Remate a Flores fuimos en minibus, y de ahí a Río Dulce en un bus que nos dijeron en la estación de Flores que iría rápido y sin paradas, y realmente viajó haciendo muchísimas paradas antes de llegar, ya anocheciendo, a Río Dulce (100 quetzales nos cobraron en la estación, cuando realmente valía 75, y además engañándonos con lo de que era directo, se nota que hay ya cierta “degeneración turística” en Flores, si se busca tranquilidad y buen rollo mejor El Remate sin ninguna duda).
    En Río Dulce un miembro de la cooperativa de lancheros que esperaba en la parada del bus nos guió a un hotel casi bajo el puente más grande de Centroamérica, el Vista Río, cuyo propietario era un tejano (y también gringos eran la mayoría de los que tomaban cerveza en la agradable terraza con vistas al Río Dulce).
     Vista sobre el río Dulce desde el hotel Vista-Río
    El puente más grande de Centroamérica
    Aun tuvimos tiempo de ir a charlar en el muelle de lanchas colectivas con miembros de la cooperativa de lancheros, y enterarnos de todos los detalles de su organización y del viaje que pretendíamos hacer al día siguiente por el Río Dulce hacia Livingston. Las personas que llegaban en transporte colectivo debían ir en lancha colectiva, y los miembros de la cooperativa se turnaban en los viajes diarios (como mucho dos en cada sentido, ya que Livingston no tiene conexión por carretera con el resto del país, de ahí que su cultura garífuna se haya mantenido muy bien, siendo el único sitio de Guate que se conserva, el resto de la costa Caribe del país es de Belice, a la que llamamos Guatepeor por el sucio truco empleado para arrebatarle ese terreno a Guatemala). Si alguien quería un servicio especial a nivel particular, entonces el viaje lo hacía el que primero encontrara clientes. Como había veces que la cosa no estaba clara y se daba cierta picaresca, se sancionaba a los infractores y se les ponía en una lista en el muelle con los turnos de penalización que el órgano de dirección de la cooperativa acordara.
    A las 7 am salimos del muelle del hotel, donde la lancha pasó a recogernos, y tras acercarnos al Castillo de San Felipe (uno de los que construyeron los españoles para defender el Río Dulce de los piratas, igual que en Río San Juan en Nicaragua), bajamos por el Río Dulce en 2 horas de apacible viaje, viendo islotes llenos de pájaros, grandes paredes calcáreas casi cubiertas de vegetación, jardines de nenúfares, niños cuyas bicicletas eran barquitas de madera tipo kayac y hasta una piscina de aguas termales sulfurosas, donde hicimos una parada para descansar y quien quisiera bañarse en ellas o ver unas pequeñas cuevas en una excursión de apenas 10 minutos.
    El Castillo de San Felipe…
    …niños cuyas bicicletas eran barquitas de madera…
    …jardines de nenúfares …
    …grandes paredes calcáreas casi cubiertas de vegetación …
    Ya en Livingston, (bienvenidos a Zimbawe, decían algunos chicos estilo rastafari desde el muelle, para asombro de una niña guatemalteca del altiplano que viajaba en la lancha con su madrina española y no se podía creer que hubiera compatriotas suyos tan negros…), tras una dura negociación con el lanchero, sin siquiera bajarnos de la lancha, nos acercamos a un lugar llamado los 7 altares, donde un río baja al encuentro del mar en diversos saltos en cascada (desgraciadamente estaba seco, pero la caminata y el chapuzón en la zona de más altura de la cascada merece bastante la pena). También se podía ir por tierra desde Livingston, pero el coche te deja a medio camino y luego hay al menos otros 30 minutos caminando. Con el poco tiempo que teníamos optamos por la lancha, que nos dejaba en el embarcadero, al lado de la entrada de la finca, propiedad de un garífuna que cobraba 2 euros la entrada, en un un curioso edificio de madera que era como una mezcla del salón de su casa (con altares, fotos, carteles interesantes como el del idioma garífuna y demás) y un bar (allí había incluso un par de policías, no sé qué vigilarían en esta zona tan apartada…).
    Cartel en la «recepción» en la finca 7 altares, algunos aun valoran su lengua…
    El altar más grande de los 7 altares
    De vuelta a Livingston nos alojamos en el hotel Casa Rosada, 20 dólares por cabañita doble con baño compartido, en plan rústico, pero muy tranquilo y con su propio embarcadero (donde nos dejó la lancha y donde nos vendría a recoger al día siguiente la que nos llevaría al próximo destino). La ciudad es pequeña, bulliciosa, típica del Caribe centroamericano (parece que también en lo que se refiere a la droga y sus problemas con muchos jóvenes y ajustes de cuentas). Está bien conectada por mar (ya que no por tierra), tanto con Puerto Carreras (la otra ciudad guatemalteca en el Caribe) como con Belice y Honduras. Para agilizar nuestro viaje a la isla de Utila, en el Caribe hondureño, nuestro siguiente destino, optamos por apuntarnos a una ruta que por 50 $ en Happy Fish o Travel Express (agencias que se pueden encontrar en la calle principal dentro de bares con sus terracitas) nos llevaban en lancha a Puerto Carreras, y de ahí en minibus directamente al muelle de La Ceiba, la tercera ciudad en importancia de Honduras, desde donde se agarra el ferry a las islas de la bahía Roatán y Utila (para ir a Guanaja, la más inexplorada, hay que ir a Trujillo o pagar un pastón para viaje privado, además de que es con diferencia la más cara de las tres).
    Esa noche, cenamos ceviche y un delicioso tapado en un restaurantito al lado del mar, Don Bonifaz, donde aunque tardaron en servirnos, mereció la pena… Eso sí, nos quedamos sin ver ese día la Punta, danza típica garífuna del Caribe de Guatemala y Honduras (en Nicaragua tienen su Palo de Mayo), que se puede ver en un club musical que hay en la zona, o en alguno de los bares con terraza de los que hay en la calle principal.
    En primer plano, el tapado, con su pescadito, su cangrejo y bajo el caldito de coco y otras cosas, otras sopresas vegetales
    Relacionados:

  3. CATRACHOS Y CHAPINES, 1.

    enero 6, 2011 by sergio

    Pues tras las dos semanillas en Nicaragua y otra en Honduras con temas de trabajo… ¡por fin de vacaciones!

    Primero tocó paliza de viaje de Managua (Nicaragua) a San Pedro Sula (Honduras). La compañía Ticabus te lleva saliendo a las 5:00 am y llegando a las 18:30 pasando por Tegucigalpa, por 37 dólares. La noche en Managua me quedé en el hotelillo de Tica-bus, 12 dólares la noche con una habitación con lo básico (y baño compartido), pero que facilitaba el poder pillar el bus tan prontito.

    En San Pedro Sula no tardé ni medio segundo desde que bajé del autobús en ser abordado por Eduardo Sandoval Fernández, un amable taxista (nuestro “primo) que me trasladó al Hostal Tamarindo. Se trataba de un agradable hotelito en una zona tranquila, cuya dueña es una cantante bastante conocida en el país. Aun tuve tiempo de visitar el aeropuerto de San Pedro, a donde llegaban esa noche mis compañeros de viaje. Ese día había mucha expectación, ya que mucha gente venía de los EEUU con motivo de las vacaciones de Navidad (y hay muchísimos hondureños buscándose la vida en ese país), con amigos y familiares esperando expectantes y peleándose por colocarse en los mejores lugares para verlos llegar. No me acabé de acostumbrar a los motivos navideños con renos y muñecos de nieve en este clima tropical. ¿Será eso la globalización, o será más bien invasión cultural?

    Nos enteramos de que había una compañía de buses, Maya de Oro-Fuente del Norte, que hacía el trayecto San Pedro Sula-Santa Elena (Guatemala), a orillas del lago Petén-Itzá, muy cerquita de nuestro siguiente objetivo, la ciudad maya de Tikal. A las 5:00 am salía de la estación central metropolitana, y por 37 dólares en unas 10 horas tras un transbordo, llegamos a nuestro destino después de cruzar la frontera por el norte de Honduras, en Corinto. Santa Elena, con Flores (uno de los barrios que es una isla en el lago), es uno de los destinos turísticos por excelencia de la zona, pero nosotros preferimos irnos a El Remate, un tranquilo pueblecito también a la orilla del lago, pero más cerca de Tikal. Allí llegamos en taxi desde Santa Elena (compartido es más barato…).

    Allí nos alojamos en el Hostal Hermano Pedro, un ranchito de madera con dos pisos muy acogedor (13 dólares habitación doble, con desayuno aparte si se avisa la noche anterior a Don Arturo, el dueño). Ese día aun nos quedó tiempo para bañarnos en el lago desde uno de los muelles públicos, cercano al restaurante Las Orquídeas, donde cenamos una deliciosa comida italiana preparada por Don Angelo, que lleva años afincado allí.

    El lago Petén Itzá, mágico…

    También conocimos a Adonías, un chaval super-pilas, gran artista (y gran vendedor), que no ha tenido ni tendrá las oportunidades que merecería simplemente por nacer donde nació.

    A las 5:30 am del día siguiente salimos con un minibus que habíamos convenido ya con el precio del hotel (otros 7,5 € por cabeza), hacia Tikal, la gran ciudad maya perdida en la selva.

    Ver Sin título en un mapa más grande

    A las 6:00 am abre sus puertas el parque nacional, con lo que difícilmente se llega a tiempo de ver el amanecer desde alguna de las pirámides que sobresalen por encima de los árboles de la selva (a no ser que uno se aloje en uno de los dos hoteles a la entrada, carísimos para el servicio que ofrecen). Pero sí fuimos por una ruta tranquila a primera hora, desde la entrada hacia el templo VI, donde a esa hora se podía ir viendo distintos pájaros, ardillas, monos araña, etc.

     Enorme ceiba cerca de la entrada del parque
     La belleza de la selva mientras avanzamos

    Cada poco íbamos descubriendo antiguas maravillas humanas en medio de la gran maravilla natural de la Selva de Petén. Imaginaros una gran ciudad abandonada e invadida por la vegetación, y que pasados 800 años sólo quedan los grandes edificios de mejor calidad constructiva (palacios, catedrales, iglesias) cubiertos por vegetación, que se van excavando y descubriendo en toda su grandeza. Eso es Tikal, abandonada por los mayas cuando colapsó el imperio, quizás por superpoblación, quizás por alguna peste. El caso es que cuando los españoles llegaron ya solo quedaban ruinas (algunas incluso con «graffitis» que hicieron habitantes posteriores a los nobles que vivían en los templos que se pueden considerar «okupas mayas» tras la huida de las familias más importantes).

    Graffitis de los okupas en uno de los templos de la plaza de los 7 templos
    Lo que te encuentras si eres un explorador que llega a alguna pirámide sin excavar
    … y excavada a la que incluso…
    …se puede subir si no se tiene vértigo…

    Nosotros optamos por ir sin guía. Sólo la entrada ya son 20 dólares, el guía se pagaría a mayores. Decidimos pedirle al conductor del minibus que nos esperara a las 18:00, hora que cierran el parque (normalmente decía que la gente se quedaba hasta las 14:00, ya que al parecer se hacía largo estar tanto tiempo). Pero sin prisa, con tiempo para disfrutar de todo, y con la ventaja indudable de conocer el idioma local y no tener reparos en hablar con los trabajadores que se afanaban en una de las pocas obras de restauración en activo actualmente, tuvimos la suerte de toparnos con Osvaldo.

    Osvaldo estaba barriendo los 13 escalones del templo central del complejo de los 7 templos, el campo de juego de pelota de Tikal. Pero resultó ser el jefe de arqueólogos que estaban restaurando ese complejo, con 15 años de experiencia en distintas excavaciones en Tikal, que junto con el resto de personal preparaba todo para la inauguración que iba a tener lugar al día siguiente. Allí estaría la embajadora de España en Guatemala, como otros proyectos de Tikal financiados por la “cooperación española” habían estado la Reina Sofía o la Infanta Cristina… (“importantísimo” papel reservado a las mujeres que Osvaldo pensó que interesaría a mis compañeras de viaje, ahí no estuvo fino…). Es irónico pensar que hace 500 años los españoles destruían lo que ahora pagan por recuperar con la llamada “Ayuda al Desarrollo”, en fin…

    La plaza de los 7 templos, al fondo se ve alguien barriendo las escaleras…

    El caso es que Osvaldo nos explicó de forma muy didáctica como ya hace más de 1000 años los gobernantes empleaban los juegos para entretener al pueblo y para ganar poder. De aquellas lo que les interesaba era “ser lo más parecido a dioses que fuera posible”. Había 3 campos de pelota en la plaza de los 7 templos, que según Osvaldo era como un gran campo de fútbol. Del complejo sur de la plaza, el edificio central era una puerta de entrada a la plaza, con escalones de ambos lados y enormes caras de piedra representando al rey, como “patrocinador” del evento, para su mayor gloria. A ambos lados de la puerta hay 2 edificios con 5 puertas y 9 escalones hacia la plaza. Los 5 jugadores que presumiblemente tenía cada equipo tenían los vestuarios en estos 2 edificios, y salían al campo bajando los 9 escalones, que representaban los 9 niveles del inframundo. En realidad parece ser que el juego de pelota representaba la eterna lucha entre el bien y el mal, que tenía lugar en el inframundo. También el dios Sol, que al llegar la noche se pone, según la religión maya tomaba la forma del jaguar (amarillo y negro) para luchar en el inframundo contra los seres malvados que allí moran, y el hecho de que llegara el amanecer significaba su victoria, en un ciclo que se repetirá indefinidamente.

    Hay que imaginarse esta espectacular plaza repleta de gente, músicos en las puertas bajo las inmensas efigies del rey (presentes además todo alrededor de la plaza en el resto de edificios), los pendones de los equipos (según Osvaldo esos pendones se colgaban en los aros circulares que se cree que servían para introducir la pelota, aunque él piensa que en realidad el juego era una especie de frontón), y el propio rey en el templo central, sobre los 13 escalones que representaban los niveles al cielo, para ver cierto paralelismo con otro espectáculo, este más actual. ¿Adivináis cuál? Osvaldo lo tenía claro… Opio del pueblo y marketing político, combinación mágica usada por lo visto por los gobernantes de todos los tiempos, tema apasionante para un futbolero como Osvaldo y que a mí me interesó sobremanera por lo que de lenguaje universal tiene actualmente el fútbol.

    Enorme máscara descubierta en la Gran Plaza
    Estela y altar en la Gran Plaza, en la estela se representaban el rey, y en el altar (la piedra redonda) el enemigo abatido
    Templo I, en la Gran Plaza

    Entre las explicaciones mitológicas de Osvaldo y las de carácter más práctico de un amable guía (que debía estar cansado de hablar en inglés con el grupo que le había tocado) hablándonos de la forma en que Tikal se construyó aprovechando distintos niveles de una elevación natural del terreno, que también usaron para hacer reservorios de agua (el terreno poroso no retenía apenas agua en el subsuelo), nos fuimos con un aceptable grado de comprensión de lo que fue Tikal y la cultura maya (incluyendo su conocimiento sobre el tiempo y la posición de los astros). Eso, junto con los animales y vegetación de la selva y la increíble puesta de sol, hace que merezca la pena visitar Guate sólo por ver este lugar.

    Vista del atardecer en Tikal desde el templo IV(en el centro el Templo III, a su izquierda los templos I y II en la Gran Plaza)
    …y la puesta de sol

    Y aun nos quedaba para el día siguiente la compra de recuerdos en El Remate (en Artesanías Itzá y en otro taller donde dos hermanos tallaban madera, en la misma calle que el hotel donde nos alojábamos), con increíbles tallas de artistas locales que aprendieron de un maestro que se había instalado hace años en la zona, y que generó una dinámica de desarrollo artístico que ningún “proyecto de cooperación” podría igualar (muy parecido a lo que ocurrió en Solentiname (Nicaragua) con la pintura primitivista que iniciaron los amigos de Ernesto Cardenal).

    Dos hermanos artistas de El Remate que saben que dentro de esos trozos de madera hay formas preciosas esperando a que ellos simplemente las descubran
     Y en artesanías Itzá, hacen las cosas, pero también saben usarlas (la marimba es, como en Nicaragua, uno de los instrumentos nacionales). Gracias a Pepo por el vídeo
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