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Posts Tagged ‘género’

  1. Robi Robot: wapo!

    septiembre 30, 2019 by sergio


  2. Abolición del género binario (y cualquier otro)

    agosto 27, 2019 by sergio

    Este «palabro» significa eliminar todo lo que implica el género masculino y el femenino (género distinto de sexo, que lo de sexo no binario ya sería otro temita).

    No parece mala cosa, en aras a alcanzar una igualdad real y mayor libertad para que las personas puedan elegir su camino, que se eliminen todas las construcciones culturales y sociales que encorsetan (y nunca mejor dicho) a las personas en un género (y por lo tanto en una serie de relaciones de poder, funciones sociales y demás usos y constumbres).

    Sobre eso va este artículo: La trampa de la feminidad y las nuevas masculinidades, de Tasia Aránguez Sánchez, que merece mucho la pena leer.

    Cuando habla de nuevas masculinidades se refiere a «otras maneras de entender el género masculino distintas a la dominante o más aceptada a nivel social», o sea, que no sean el «macho tradicional», que siempre es el que acapara atención pública (y cargos), mayor control de los medios de producción familiar, se espera de él que sea el sustentador de la familia, que no asume roles de cuidador, que no exterioriza sentimientos ni debilidades, incluído el preguntar cuando se ha perdido y otras que seguro que ya se os han ido ocurriendo.

    De la parte a la crítica de la feminidad tradicional, no tengo nada que decir. Esa feminidad que implica una mujer dócil, que no quiere destacar por encima del hombre, abnegada y entregada a los cuidados, «el descanso del guerrero» y todo eso. Un ejemplo en clave cómica es lo que ocurría en el capítulo 2 de la temporada 11 de la serie Big Bang Theory, donde las parejas mujeres de dos de los protagonistas hombres les ocultan hasta qué punto están triunfando profesional y monetariamente, para tener la fiesta en paz. Posiblemente sea necesario, más que un elogio o una reafirmación de esta feminidad, el abrir lo posible la panoplia de la feminidad hasta que se diluya.

    Pero creo que, precisamente de cara a la abolición de esa distinción de género masculino y femenino, y al contrario de lo que defiende el artículo, sí es útil el trabajar las «masculinidades alternativas a la dominante» (o simplemente «masculinidades alternativas», que es como algunas personas preferimos llamar a las «nuevas masculinidades», porque en realidad no son nuevas, aunque siempre se las han tratado de ocultar u obviar frente a la dominante). Creo que puede ser útil para deconstruir y diluir ese binarismo entre masculinidad dominante y «feminidad tradicional» estirando tanto el concepto de masculinidad que pierda sentido hablar de algo que engloba tanta diversidad y que se superpondría cada vez más con esa feminidad expandida de la que hablé antes (incluso si, como se afirma en el artículo, la feminidad tradicional no fuera sino parte del constructo de masculinidad tradicional). Abrir esos abanicos hasta que vayan diluyéndose y estallando posiblemente sea la única opción para abolir el binarismo. La lucha feminista seguirá en cualquier caso siendo la clave, porque como también decía el artículo, es difícil renunciar al poder y a lo que es útil y placentero, y los espacios de mujeres que rompen con la feminidad tienen que ser cada vez mayores hasta hacerla saltar por los aires, pero yo como hombre necesito pensar caminos para mi actuación personal, y creo que precisamente personas del género masculino que se niegan a hacer uso de estructuras que prolongan ese binarismo ya están ampliando y forzando ese abanico de la masculinidad y ayudando a romperlo; ¿por qué no hablar entonces de masculinidades alternativas como parte de un proceso de «abolición de género« que, en cualquier caso, no creo que se pueda dar sin ellas?


  3. Enfoque de género en iniciativas de soberanía tecnológica

    marzo 9, 2019 by sergio

    En este mundo donde cada vez más tenemos confianza ciega en no se sabe qué empresas en todos los ámbitos de nuestra vida, y nos tiramos a la piscina de la tecnología sin ser conscientes (ni querer serlo) de los impactos que tiene, eso de soberanía tecnológica suena como a friki.

    Foto de F. Longueira y S. González, Enxeñería Sen Fronteiras Galicia

    Como casi todo en esta vida, estamos hablando de escalas de grises: nadie es capaz de construirse todo lo que usa en su día a día (ni siquiera el Captain Fantastic de la película), y nadie vive sin saber hacer absolutamente nada en relación a los cachivaches que le rodean (aunque solo sea configurar la tele). En realidad, en las grandes ciudades se está avanzando peligrosamente hacia ese último extremo…

    Por eso, cuando hablamos de soberanía tecnológica lo hacemos en tanto en cuanto nos movemos hacia el extremo de esa escala de grises que se basa en tres pilares:

    • 1. La comprensión de los impactos de la tecnología que usamos,
    • 2. La corresponsabilidad en su uso y gobernanza,
    • 3. La capacidad de replicar o arreglar esos elementos tecnológicos, o sustituirlos por técnicas que nos posibiliten generar bienes o servicios que nos mejoren la vida con nuestros propios medios.

    Avanzar hacia ese extremo de «soberanía tecnológica» se ha venido tornando cada vez más complicado casi desde que el ser humano es sapiens, dada la cada vez mayor especialización necesaria para comprender mínimamente los fundamentos de cualquier tecnología media (¿quién sabría cómo construir una tostadora, por no decir un ordenador o un teléfono móvil?), y también las trabas que las empresas que se dedican a elaborar los distintos elementos tecnológicos ponen a sus competidoras (empresas, o simplemente personas que quieren cacharrear). Patentes, pérdidas de garantía si se manipula el cacharro fuera de un taller reconocido, tornillos o sistemas de cierre vetados al común de los mortales, softwares privativos…, muchos son los sistemas que se emplean para dificultarnos el ver las tripas de las cosas que usamos.

    También se nos ha adormecido la parte de consciencia del impacto, con un proceso de «separarnos» de la tecnología. El comprar, tirar, comprar (lo que también se llama «hiperconsumo»), trabajando la emoción compulsiva del tener más, sin pensar en qué materias se usaron para fabricar lo que compramos, cómo se extraen, se comercializan, se reparan (o no) o se procesan al acabar su vida útil, o las condiciones de las personas realizan todas esas etapas.

    Y no digamos ya la parte de corresponsabilidad en el uso y gobernanza de la tecnología. Un caso muy de moda es la manera que tenemos de «regalar» nuestra identidad digital, nuestros datos en redes sociales, quedando luego expuestos a auténtica manipulación mental,

    En un mundo donde deseemos más protagonismo como ciudadanía crítica, para evitar derivas autoritarias, avanzar en la escala hacia la soberanía tecnológica es un imperativo. Hay quien dice que «la gente» prefiere que le digan qué tiene que hacer; llevamos mucho tiempo recibiendo una educación que nos prepara para eso, pero creo que las personas prefieren aun ser protagonistas de su vida. El hecho de que el trabajo colectivo sí puede hacer útiles, en muchas ocasiones, liderazgos, sin embargo no deberían ser coercitivos ni nublar la voluntad de la ciudadanía de corresponsabilizarse sobre hacia donde avanzamos como sociedad. Y, en realidad, sí existen comunidades e iniciativas que pretenden avanzar hacia la soberanía tecnológica, en los tres puntos de los que hablábamos antes.

    Pero igual alguien se está preguntando qué pinta el género en todo esto. ¿Por qué aparece esa palabra en el título? En realidad, el objetivo de esta reflexión es precisamente llamar la atención sobre eso tan manido de que la igualdad de género debe ser un elemento transversal a cualquier iniciativa de empoderamiento de las personas. Sobre las brechas tecnológicas de género se ha escrito mucho, sobre todo la parte de «tecnologías propias de cada género», y quizás algo menos sobre la «feminización» de algunas tecnologías (el tan criticado ejemplo de la calculadora rosa para ingenieras).

    Lo que me gustaría compartir aquí es la percepción que tengo de que incluso en un proceso de emancipación o empoderamiento tecnológico, si no se trabaja muy bien el enfoque de género, se estará contribuyendo a abrir aun más las brechas de género a nivel social, desvirtuando por lo tanto ese proceso de empoderamiento. Para explicar esto me voy a centrar en el tercer pilar de los antes mencionados para la soberanía tecnológica, el de la réplica, reparación y «hazlo tú misma».

    Cuando se organizan cursos o talleres, o iniciativas de más largo recorrido, que buscan un empoderamiento tecnologico con el enfoque DIY (Do It Yourself, o «hazlo tú misma»), no hay más que fijarse en las tecnologías a usar y los bienes o servicios que se quieren obtener con ellas, para darse cuenta de que la brecha sigue ahí. ¿Quién organiza y promueve los talleres de cacharreo con ordenadores viejos? ¿Quién hace lo propio con los talleres de productos de limpieza naturales, o los de costura o reparación de ropa?¿Y los de compostaje o huertas comunitarias?¿Qué me decís de los de mecánica para novatos, o electrónica fácil con arduino? ¿Y si se trata de cacharrear con impresoras en 3D, así, por amor al arte?¿Y en cambio, si se trata de buscar la mejor manera de autoconstruirse elementos que faciliten la vida a personas con movilidad reducida (os sorprenderíais de los abusos que hay tanto en precio como en calidad de muchos elementos de ortopedia), quién se mueve más?

    Como digo, se trata de una impresión que tengo (aunque en mi trabajo en Ingeniería Sin Fronteras Galicia he visto muchas iniciativas de este tipo y creo que no me equivoco en esta percepción empírica que incluso, si fuera necesario, podría contrastar con datos tanto de participación y como de personas impulsoras y organizadoras). Buscando un patrón el que encuentro es que, en última instancia, si lo que se busca es un bien o servicio enfocado en los cuidados de las personas, entonces la mayoría femenina es abrumadora. Por eso hace cada vez más falta que se reflexione a nivel colectivo en las organizaciones, y también a la hora de impulsar iniciativas (grandes o pequeñas) de empoderamiento tecnológico, de que los cuidados son cosa de todxs.

    ¿Que piensas tú de esto?


  4. Juego de cartas: Mujeres de ciencia

    septiembre 14, 2015 by sergio

    Me ha llegado en las listas de distribución de ESF Galicia (donde somos bastante frikis) la referencia a un juego de cartas educativo para dar a conocer a mujeres científicas que tuvieron papel relevante en distintas disciplinas: «Mujeres de ciencia«. Me parece una iniciativa muy interesante tanto por el medio (trabajar la educación informal y lúdica) como por el tema. Su elaboración fue posible gracias a una campaña de crowfunding.

    Sin haber jugado, simplemente por los comentarios acerca del modo de juego, en este caso me hubiera parecido especialmente interesante el que el juego fuera colaborativo y no competitivo (¿»robar» colaboradores? ¿destruir laboratorios?), de cara a cambiar también ciertos valores que siempre se asociaron con la masculinidad dominante (y que ha hecho que, en la una gran mayoría de los casos, solamente las mujeres que se adaptaron a estos valores hayan llegado a ser reconocidas). ¿Qué os parece?