Tranquis, que las estanterías de Zara no quedarán vacías por el coronavirus. O sí…
La globalización ha hecho los fenómenos más globales, tanto los relacionados con movimientos de capital como (un poquito menos) los asociados a promover los derechos humanos (incluyendo la movilidad de personas). Pero también se han globalizado otros muy disruptivos como crisis climáticas y ambientales o, como está ocurriendo, potenciales pandemias. El sistema que tenemos no es fácilmente auto-replicante y, por tanto, es poco tolerante a este tipo de fenómenos disruptivos. A lo que me refiero es que si en un sistema como la sociedad humana terrestre habita en regiones que cada vez más dependen para su subsistencia de grandes trasvases de materias y energía de otras regiones lejanas, la pervivencia del sistema tras un fenómeno de estos (y su resiliencia, o sea, la capacidad de recuperación tras el fenómeno) es mucho más precaria.
Por eso me gustan más los modelos de desarrollo más basados en el desarrollo endógeno, o sea, que en la medida de lo posible reduzcamos el tamaño de esas áreas con una alta capacidad de autoabastecimiento de bienes y servicios básicos para la vida. Y dentro de ellos no es la ropa lo que más me preocupa.