En el primer taller se hizo una suerte de diagnóstico de la problemática observada desde el sector, además de poner unas bases “filosóficas” y de valores compartidos. Ya en ese primer taller se vio que crisis también es sinónimo de generación de oportunidades a través de la revisión de modelos de trabajo y con esa idea comenzaba también el segundo. En este segundo taller el objetivo era pensar qué deberíamos hacer exactamente para de ahí decidir qué debería ser el laboratorio y cómo se debería crear. Y no defraudó.
Juan Freire, que facilitaba el taller, partió de varias hipótesis:
– Concepto de laboratorio como espacio abierto de relaciones, donde la gente no es simplemente consumidora, sino que es productora de contenidos. Se hacen en él cosas que transforman la realidad (en este caso, las partes del modelo social que no nos gustan y pensamos que pueden ser de otra forma, en la línea de las pequeñas semillas del gráfico comentado en el primer taller, y además queremos ser nosotros quienes propongan esas nuevas alternativas, sin dejar que sean siempre otros quienes lideren el cambio).
– Las ideas en si no tienen mucho valor (hay muchas ideas en las mentes de las personas). Lo importante es la implementación de las ideas, que una vez puesta en marcha cobra “vida propia” y se transforma en algo distinto de la idea original (lo cual es bueno, ya que se va adaptando a la realidad). Por eso en el ámbito de los proyectos (empresariales o de lo que se quiera) cada vez tiene más importancia la puesta en marcha de la idea, aunque sea a pequeña escala, a ver como funciona. Juan habla de “prototipado”, en proyectos de cooperación internacional se habla de “proyectos piloto”, aunque puede haber muchas denominaciones. El caso es que el plan de empresa, con sus números muchas veces estimados en base a especulaciones o intuiciones, cada vez tiene menos importancia (al menos tal y como se entendía), y es mejor dedicar menos tiempo a esto y más a ensayo (en el propio prototipado se aprende y se obtienen datos de la interacción de la idea en el mundo real, mucho menos especulativas y más ajustadas a la realidad). “La mejor forma de pensar es la acción, mancharse las manos”.
– Es importantísimo centrarse en nuestros “usuarios”, en quienes van a participar y utilizar el proyecto que estamos diseñando. Hay que entenderlos, para generar verdadero valor (en este caso, para cambiar realmente lo que no nos gusta de la sociedad). En las innovaciones (el taller ha estado muy centrado en la innovación, lo cual en mi opinión en el caso de la transformación social es especialmente acertado, ya que siempre decimos que no podemos usar las soluciones de siempre para los problemas de siempre) se distinguen dos tipos: las enfocadas a las personas usuarias (que es la abrumadora mayoría) y las “revolucionarias” (son tan impactantes que no importa el usuario, ya que se descubre que cubre una necesidad que a veces ni los usuarios eran conscientes que tenían). En realidad yo creo que no existen las innovaciones puras de una clase u otra (y la sociedad hiperconsumista ha buscado una “tercera vía”, la creación de falsas necesidades). En cualquier caso, hemos centrado el taller en el primer tipo, el más viable para empezar, que además en temas de transformación social parece la más adecuada (“las personas primero”). Entender al usuario implica tener empatía con él.
– Para la creación conjunta hay que estar dispuestos a negociar y a ceder en algunos aspectos. Se trata de la cultura de la colaboración (a la que no se está demasiado acostumbrado). “Implica sufrimiento, pero la compensación al final es mayor”…
– Esta la añado yo, ya que Juan la comentó más adelante del taller, pero me parece tan importante que me permito ponerla aquí, que los talleres como este pueden ser perversos si se convierten en “dogma de fe”. Por su formato, permiten trabajar algunos aspectos (que quizás no sean los más importantes, ya que por ejemplo la parte clave del prototipado exige muchiiismo más tiempo y es inabarcable en un taller), pero no hay que darles más importancia de la que tienen.
Con estas hipótesis explicadas, el taller comenzó. En todo proceso creativo debe haber fases de trabajo individual y colectivo, así como convergente y divergente. Juan planteó el taller en varias fases:
- Pensar proyectos en base al usuario (a modo de tormenta de ideas individual, divergiendo).
- Presentarlas y elegir 6 para profundizar en ellas (convergencia colectiva)
- Diseñar las piezas (aliados, tecnología, recursos, difusión, etc.). Esto era bastante divergente también…
- Como prototiparlos. Aquí tocaba de nuevo converger.
- A partir de los proyectos, pensar la estructura del laboratorio y una agenda (no dio mucho tiempo a esta parte).
Se empezó pensando qué cosas queremos hacer juntos. Así, el contenido nos daría la estructura del laboratorio (o como se le vaya a llamar). Esas cosas pueden ser ya proyectos o acciones colectivas que creemos necesarias para empezar a cambiar la realidad, y pueden ser de dos tipos:
- Unas más habituales en la organización de la que venimos, pero que pensando colectivamente nos dan pautas de mejora por la sinergia y el compartir otros puntos de vista externos a la organización.
- Otras que se salen de los límites de la organización y por tanto nunca se habían acometido.
Estos proyectos se piensan en base a un problema a resolver, problema que tienen unos usuarios (que no tienen por qué ser pasivos). Se trataba de un ejercicio individual, donde cada uno escribíamos en un post-it nuestros “proyectos de cambio” y luego los pegábamos en un mural tratando de hacer una clasificación en áreas. Es importante que cada uno pensara sus propias ideas y que al exponerlas mientras las pegábamos no se entrara en críticas (la tormenta de ideas).
A mí, por ejemplo, se me ocurrieron (algunas ya hace tiempo que me rondan):
- Un laboratorio de políticas sociales integrales, donde se puedan hacer propuestas coherentes de leyes e iniciativas legislativas populares desde perspectivas multidisciplinares.
- Impulsar la educación informal a través de centros lúdicos para la integración infantil (de colectivos en riesgo de exclusión) y el juego sostenible (juguetes autoconstruidos o de artesanos en base a canales cortos). Este es un proyecto personal que tengo hace tiempo, quizás algún día me atreva…
- Un centro de investigación-acción de recursos tecnológicos para personas en riesgo de exclusión (cierre de brechas tecnológicas).
- Favorecer las iniciativas de huertos urbanos y periurbanos para la integración (también de personas en riesgo de exclusión).
- La creación de un consorcio gallego por la justicia tecnológica (enfocado sobre todo a empresas con sensibilidad social que pudiera canalizar la participación de empresas tecnológicas en el laboratorio social). Esta me gustaría que se impulsase desde ESF, pero la considero de las ideas que hablaba antes, que con una visión más abierta mejoran las actividades de la propia organización.
Otras que salieron que me llamaron la atención fueron:
- Redes de acompañamiento a personas vulnerables en las comunidades
- Banco de proyectos sociales
- Aldea del tercer sector
- Nuevos aprovechamientos y ocupación de espacios públicos
Al final las diversas ideas que fueron saliendo se agruparon en 9 áreas:
- Infraestructuras de base (aldea de coworking social y similares)
- Nuevas instituciones para el cambio (como el consorcio por la justicia tecnológica)
- Educación (tanto formal como no formal e informal, como los centros lúdicos)
- Comunicación, difusión y relación con usuarios
- Ideas de cambio en la interacción con el hábitat (huertos urbanos, aprovechamiento de espacios públicos, etc.)
- Actividades económicas alternativas (muy relacionada con la anterior)
- Aspectos legales
- Colectivos excluidos
- Información y conocimiento como infraestructura (base de datos de conocimientos, base de datos de proyectos, comunidad de personas expertas en diversos temas, etc.)
De todas las ideas de proyectos cada asistente al taller tuvo que elegir tres en base a ciertos criterios:
- coste (sin pensar en lograr financiación pública, lo cual desgraciadamente es lo más ajustado a la realidad actual)
- viabilidad, si es que se cuenta con los recursos
- recorrido o pertinencia (qué impacto en el cambio tendrían)
- que fuercen la colaboración más allá de nuestras organizaciones
Lo ideal sería tener más tiempo para discutir las ideas que fueron más votadas y las que no, generar nuevas ideas a partir de esas discusiones, etc. Tras las votaciones se eligieron las 6 más votadas para desarrollarlas en los 6 grupos de trabajo en que nos dividimos:
- Banco de proyectos para el cambio social
- Aldea del tercer sector
- Llevar de nuevo los cuidados a la comunidad
- Nuevas formas de mercado alternativo
- Agencia de comunicación del tercer sector
- Plataforma de recursos y conocimientos para el cambio social
Cada uno de los grupos tuvo que, en 5 minutos, contestar a tres preguntas sobre su proyecto:
- Identificar el problema que se quiere solucionar o la transformación a realizar
- Quién sería el usuario, a quien va dirigido o quien es el más beneficiado por la solución del problema.
- Describir el proyecto
Yo estaba en el grupo del Banco de Proyectos y lo enfocamos así:
El problema es la falta de conocimiento de lo que están haciendo otros y de un espacio donde poder compartir las inquietudes que se escapan del límite de nuestra organización. Esto hace que se creen duplicidades y se pierdan oportunidades de creación de sinergias para impulsar el cambio.
Los usuarios serían las organizaciones pero, como nos indicó Juan, se trata siempre de llegar a las personas, ya que las organizaciones son siempre personas, ¿qué personas de las organizaciones? Yo creo que en este caso serían las personas que en la organización trabajan en diseño de proyectos, así como las que tienen mayor visión del trabajo en red (se relacionan con entidades de segundo piso a las que nuestra organización pertenece o están en otras organizaciones, con lo que tienen una visión más amplia y están más concienciadas con el trabajo en red).
Se pensó en crear una plataforma web donde se pudiera de forma libre y participativa poner ideas de proyectos que quedaran ordenadas por temas. Así se podría tanto proponer proyectos que superan a la propia organización como ver algunos en los que se esté interesado.
Pensamos un nombre incluso para el proyecto: WIKI-OSCGA (wiki de las organizaciones de la sociedad civil de Galicia), aunque si el laboratorio se llegara a crear igual era mejor llamarle WikiLab-Galicia o algo así… (y que incluyera también la parte de conocimientos).
De cada idea además estaría bien poder investigar sobre lo que hay similar ya funcionando (si es que lo hay) y pensar en la “gobernanza” del proyecto, como se gestionan y quien lo hace las estructuras para su sostenibilidad.
A continuación, en vez de hacer un “plan de negocio” de los proyectos pensados, se trataba de hacer un modelo que permitiera empezar a trabajar en el proyecto ya nada más acabar el taller, si se quería. Para ello se trabajó en cada grupo con un modelo llamado Canvas (lienzo) del Modelo de Negocio, que está muy de moda últimamente en los círculos del management empresarial. Se basa en dar menos importancia al plan de negocio pero sí tener claro 9 puntos clave de cualquier tipo de proyecto a acometer (puntos que se rellenan en una gran hoja de papel con los 9 puntos dispuestos estratégicamente según su importancia). Se trata de una especie de lista de comprobación de puntos a tener en cuenta. Si se tienen claros, adelante!!!
Fue un ejercicio interesante, sobre todo el discutir en grupo los distintos puntos del Canvas, aunque se trataría de un proceso recursivo, habrá seguramente que dedicarle un tiempo a revisarlos (seguro que pronto podemos ver los 6 que elaboramos en la web de la coordi, e incluso alguno de ellos podemos “prototiparlo”, o sea, llevarlo a la práctica aunque sea a pequeña escala, ¡YA LO ESTOY DESEANDO!).
Todos los proyectos desarrollados se podían relacionar dando lugar a una estructura que podría ser el laboratorio incipiente, siendo el “pan del bocadillo” por un lado el decidir la gobernanza del mismo y por otro la financiación.
Al final se trataba de tener una agenda (lo cual no dio tiempo, ojalá podamos tener al menos una reunión más…). Sí hay dos pasos importantes para continuar:
- Sofisticar el trabajo de modelación que hicimos
- Traducir los modelos a prototipos y pensar de qué recursos mínimos dispongo para empezar mañana mismo.
A mi se me ocurría que, además del proyecto de “Aldea de Trabajo Social Colaborativo” como espacio físico (que parece que está ya en marcha con la agrupación de varias entidades a la búsqueda de un local para compartir que puede ser un germen), la prototipación de plataformas (banco de proyectos sociales sobre todo, por parecerme más sencillo) podría comenzar ya mismito.
Al final, Juan mencionó su visión de laboratorio de nuevo, como un lugar donde alguien entra y no va a recibir servicios o consumir, sino que va a producir, y donde hay profesionales y “amateur” trabajando codo con codo. Sin duda, ESF Galicia es un laboratorio de tecnología para el desarrollo humano, pero para que haya cambios integrales hace falta laboratorios integrales, por eso me sigue pareciendo clave el GaliciaLab (aunque me gustaría que todas las organizaciones sociales fueran como laboratorios…).
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