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¿Y AHORA QUÉ? Y, SOBRE TODO, ¿PARA QUÉ?

18 junio, 2018 by sergio

Todas las personas deberían nacer con las mismas oportunidades de desarrollarse. Y eso, sin importar el lugar, ni la clase social, ni el sexo, ni la raza. No hay razones que puedan justificar esa desigualdad de oportunidades que sabemos que está a la orden del día. Las primeras razones que surgen son las del derecho natural, de lo que parece normal, de sentido común y de justicia. ¿A quién le cabe en la cabeza a que por haber nacido en una comunidad rural del municipio de El Triunfo (Honduras) vayas a tener muchas más papeletas para pasarlo mal accediendo a derechos básicos como el agua, la energía, la vivienda, la educación o la sanidad que si has nacido en un pueblo de La Cepeda (comarca de León, para quien no lo sepa)? Pero también hay otras razones, más egoístas si se quiere, que tienen que ver con la pertinencia de lograr el bienestar de todo el planeta (seguro que habría menos conflictos a nivel global si no hubiera tanta ansia de acaparar recursos y tanta desigualdad).

La consecución de una vida digna y de la igualdad de oportunidades de desarrollo debería ser, en todo momento, el horizonte que persigan los gobiernos de todo el mundo, tanto dentro de su país como en sus planteamientos de política internacional. Las fronteras no deberían tener nada que ver con esto. Las fronteras son algo que hemos heredado, pero que no deberían ser obstáculo para buscar ese verdadero fin de vivir todas dignamente, sin poner en peligro que quienes han de venir también puedan vivir dignamente. Hemos ganado perspectiva global y consciencia de “ser humanos” a lo largo de la historia, aprovechémosla. Y sí, toda la gente del planeta podría vivir dignamente, con acceso a servicios básicos necesarios, es técnicamente posible y todavía estamos a tiempo. Estoy en un momento de mi vida, en realidad ya hace tiempo que estoy en ese momento, en que todas las políticas públicas que no tengan que ver con este fin me parecen una pérdida de tiempo y de dinero. Estoy convencido de que hay personas que no creen en esto de la igualdad de oportunidades, porque no podemos vivir todas las personas del mundo con semejante explotación al planeta, y tienen una postura más egoísta (realista, dirán muchas de ellas, siempre y cuando ese realismo pase por que sean ellas las que están viviendo mejor a costa de otras, y no quieran renunciar a esos privilegios). Y también sé que hay visiones políticas que representan a estas personas y perpetúan ese orden injusto. Me refiero a las que hablan de “los de aquí”, de “limpiar”, de “regularizar la entrada de inmigrantes”, de “hacerse a uno mismo”, de America First, de mejorar la competitividad de nuestro país, de “atraer inversiones” o cualquier otra frasecita de estas que me recuerdan al “solo puede quedar uno”.

Todo lo que sean políticas para buscar el aseguramiento ese mínimo en el acceso a servicios básicos e ingresos para todas las personas (en todo el mundo), bienvenidas sean. Seguro que se nos pueden ocurrir muchas: buscar una sanidad gratuita, pública y universal, educación gratuita (pero de verdad) pública y universal, cooperación para el desarrollo y diplomacia de derechos humanos (para expandir esa lucha por la igualdad de oportunidades a todo el mundo y vigilar y controlar a quienes no tienen interés en expandir esta lucha y más bien la obvian), prestaciones sociales como pensiones de distintos tipos que aseguren unos ingresos mínimos a todo el mundo, etc. Pero sobre ingresos mínimos, dada la coyuntura a que nos estamos enfrentando desde un punto de vista tecnológico, conviene pararse más.

Recuerdo que, cuando era un niño, pensaba en inventar robots para que mi madre no tuviera que estar todo el día trabajando en las labores domésticas (y que pasara más tiempo jugando conmigo, que es lo que en realidad quieren niños y niñas). A mi padre ya lo daba por perdido, con tanto tiempo como pasaba fuera de casa haciendo cosas que yo no conocía, no sabía cómo liberarlo de trabajo. La tecnología que ahorre trabajos será buena siempre que no deje a nadie en la cuneta (lo explica muy bien Jeremy Rifkin en El Fin del Trabajo, con ejemplos como la comunidad afroamericana en EEUU en los siglos XIX y XX). La renta básica universal es una solución que ya hace tiempo que me interesa. Cada vez veo más útil, viable, incluso últimamente casi imprescindible si queremos ir en la línea que he venido comentando de asegurar una vida e ingresos dignos. Aquí hay un trabajo breve y claro, absolutamente recomendable, sobre este tema. En paralelo, sería necesario promover una drástica reducción de las horas de trabajo productivo (que no de cuidados) por persona. Si alguien quiere trabajar 10 horas al día para ganar más, vale, pero habría que promover que a las empresas les saliera más barato dos personas trabajando 5 horas que una trabajando 10 (y, por supuesto, que una contratada como si trabajara 5 pero en realidad trabajando 10, que es lo que pasa en demasiadas ocasiones). La cuestión es que, quien quiera hacer mucho trabajo productivo, lo haga si quiere, pero que quién no pueda o quiera no se vea obligado a quedar fuera del acceso a ese mínimo digno que comentábamos al principio. Y eso no se está cumpliendo, ni dentro de España, ni mucho menos comparándonos con otros países. Sin duda, en las últimas décadas se ha mejorado la vida en lo que tiene que ver con la base de la Pirámide de Maslow, pero estamos llegando a, al menos, dos hechos claves que ya he esbozado, que no permiten entender el desarrollo igual que en el resto de la historia de la humanidad. Uno, la capacidad de acogida del planeta. Otro, la capacidad de cambiar el mundo dado por la tecnología (y los peligros cada vez mayores de quienes controlen esta tecnología y quienes no lo hagan).

Así que, lo que yo le preguntaría a Pedro Sánchez y su equipo, y a cualquier persona que esté en política, no es sólo qué van a hacer ahora, sino “para qué” lo van a hacer. ¿Cuál es ese mundo ideal que visualizan, para llegar al cual toman decisiones ahora? Mejor aun, que lo dibujen. Con esos dibujos, ya sabría a quién votar. ¿Os imagináis un programa político dibujado? Seguro que cuanto más cercanía a la niñez de las candidatas, más oportunidades de ganar las elecciones tendrían, con los dibujos geniales de su mundo ideal que nos propondrían como programa electoral. Por eso niños y niñas deberían poder votar, pero eso ya quedará para otro día…


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